Por: Julio Díaz Cohen - Director Regional de Estructuración y Analítica Comercial - AES Panamá
Hoy en día existen factores ambientales, sociales y gubernamentales que apuntan hacia una sociedad futura más limpia, sostenible, justa e inclusiva para todos. Por primera vez en la historia existe un consenso global, reflejado en los compromisos adoptados por más de 200 países en la última convención climática COP26 en Glasgow (Escocia), de que el cambio climático y la contaminación atmosférica es una realidad. Para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 °C, de acuerdo con los compromisos del Acuerdo de París, es necesario que las emisiones globales se reduzcan alrededor del 45% para 2030 y que se alcance las cero emisiones netas hacia 2060. Así mismo, los compromisos contemplados en la Agenda 2030 de la ONU y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible exigen que la Transición Energética en los países en desarrollo se alcance de forma asequible, sostenible, resiliente, moderna, justa e inclusiva para todos, manteniendo el foco en objetivos básicos como la mejora del acceso universal de la energía, su conservación y eficiencia.
Para alcanzar estas metas será necesario transformar todos los sectores productivos de nuestra sociedad. Una pieza clave en este rompecabezas será la electrificación de la economía en general. En esta ruta hacia la descarbonización de nuestras economías, los usos energéticos en todos los sectores que actualmente se alimentan con combustibles contaminantes están siendo sustituidos por otros más nobles como el gas natural, o migrando hacia el uso final de electricidad mientras se desarrollan las tecnologías de otros combustibles renovables.
Queda claro que para hacer frente al crecimiento de la demanda futura de electricidad sin impactar el medio ambiente, necesitaremos medios de producción de energía limpios y una industria eléctrica más inteligente, flexible, adaptativa y eficiente. Esto permitirá fomentar el uso de la electricidad en el transporte, los hogares, los edificios y la industria en general, impactando así positivamente el sistema energético mundial.
El cambio del modelo energético que está siendo adoptado por la industria y las grandes empresas eléctricas del mundo está siendo guiado por cuatro ejes fundamentales: La Descarbonización, la Descentralización, la Democratización y la Digitalización, impulsores también conocidos como las 4D de la transición. La migración hacia el uso de electricidad y combustibles renovables como el Hidrogeno, Amonia y Etanol, acompañados con el crecimiento de las cuotas de energías renovables en nuestras matrices energéticas nos están encaminando hacia la descarbonización. La descentralización de fuentes de energías de menor escala que aprovechen los recursos energéticos distribuidos cerca de los centros de consumo e integradas con capacidades digitales1, almacenamiento de energía y vehículos en la red que le aporten flexibilidad, permitirán la evolución de la Industria Eléctrica hacia un ecosistema inteligente, interconectado y adaptativo que permita el flujo bidireccional de energía en las redes, y habilite una democratización del servicio, otorgándole un mayor poder y un rol más activo al consumidor.
1. Hoy existen disponibles múltiples herramientas digitales y tecnológicas que están ayudando a las industrias a transformar los datos (el oro de la era digital) disponibles en el ecosistema, en mejoras sin precedentes, en eficiencia operativa, optimizaciones de procesos, toma de decisiones, y en la experiencia de los consumidores.
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Este movimiento mundial de la Transición Energética encuentra a Panamá muy bien situada. El país, uno de los tres carbono negativos del mundo, consta de una contribución de energías renovable en la matriz de generación eléctrica de alrededor de un 80% y con una terminal de regasificación de gas natural licuado y ciclos combinados a gas natural, que le están permitiendo al país encausarse en la ruta de una transición energética responsable2. El gas natural está dotando a la industria eléctrica, de la capacidad firme y flexibilidad necesaria para incrementar la resiliencia del sector mientras permite una creciente incorporación de energías renovables y nuevas tecnologías al ecosistema interconectado. También están dotando a país y la región, de un combustible de transición para sus industrias y otros sectores económicos
2. El gas natural está permitiendo al país reducir la huella de carbono en más de 2,200 millones toneladas anuales y ahorrar más de 150 millones anuales en costos, en comparación con generación en base a derivados del petróleo.
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No obstante a lo anterior, Panamá tiene el gran reto de impulsar la transformación de su Industria Eléctrica en un futuro cercano, a través de: (1) continuar mejorando su preparación digital (desde la modernización de su infraestructura hasta la aceleración de la cualificación del capital humano); (2) la adopción de nuevos esquemas de incentivos que promuevan el capital y la inversión en I+D e innovación tecnológica; (3) y la adopción de nuevos modelos regulatorios que faciliten la integración de tecnología y soluciones innovadoras.
Como país, tenemos un gran reto por delante. Panamá si bien se destaca en términos de preparación digital en la región, enfrenta desafíos importantes para adaptarse ágilmente al nuevo contexto económico. Una de las claves de éxito consistirá en acelerar la transformación cultural necesaria para recibir las nuevas tecnologías en la industria y la digitalización, para así impulsar la competitividad empresarial y del país.
AUTOR:
Julio Díaz Cohen
Director Regional de Estructuración y Analítica Comercial
AES Panamá